En el valle de Cumbayá se levanta una propuesta arquitectónica que busca revalorizar espacios naturales no consolidados en la ciudad. Se sustenta en principios de economía sostenible y tecnología aplicada a la construcción.
Se trata de Kikinta, un domo con sistema modular armado. Este se usó porque incorpora flexibilidad, reversibilidad, tecnologías contemporáneas, es de fácil ensamblaje y concuerda con condiciones climáticas del lugar donde se ubica.
Fabrizio Tozzoli, quien estuvo a cargo del diseño y la construcción, explicó que se utilizó el sistema Digital Fabrication. Este consiste en el corte automático de las piezas modulares con el que se logró una estructura liviana, sismorresistente y, sobre todo, sencilla.
“Lo más importante es que la alta tecnología se complementa con la artesanía, en detalles como las cuerdas que se pueden observar en los bordes”.
El domo consiste en un sistema de ensamble de piezas modulares, que conjuga tecnología y artesanía. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Kikinta se concibió como un espacio para recuperar plantas endémicas. La intención es que en este proceso participe la comunidad, conjuntamente con profesionales. El proyecto se desarrolla en el Chaquinán de Cumbayá.
Para Paola García, coordinadora general del proyecto, es importante destacar el aprovechamiento del espacio para transmitir conocimiento, mediante la capacitación. “La intención es que este espacio se convierta en un museo vivo para educar a la gente sobre la vegetación que debe conservarse al borde de la quebrada”.
De ahí que, a largo plazo, se espera que el sitio funcione como un centro de encuentro, donde la comunidad pueda acceder a talleres y capacitaciones que involucren temas agrícolas y ayuden a implementar modelos de desarrollo comunitario. “En este caso se busca revalorizar la comunidad de Santa Inés, en Cumbayá”.
En la arquitectura de este proyecto, el domo tiene características aerodinámicas e isostáticas (relacionadas con el equilibrio), además de ser una estructura de bajo impacto en el área natural.
El triángulo, utilizado en el sistema modular armado de Kikinta, se usó por ser la figura con mayor estabilidad y resistencia a la deformación en la fabricación de estructuras.
En un área útil de 47 m² se levantó la estructura con madera tropical, formaleta plus, policarbonato lechoso, bisagras y tornillos y cuerda poliamide, sobre una cimentación compuesta por plintos y muros de terrocemento y pavimento de adoquín. Tiene una capacidad para albergar a unas de 30 personas sentadas.
La prefabricación de piezas facilita la construcción, pues estas se ensambla rápidamente, sin necesidad de herramientas especializadas. Bastan un martillo, llaves inglesas y un taladro. El tiempo de armado de una estructura es aproximadamente cuatro días.
Los diseñadores del proyecto destacan que en el método de construcción se toman en cuenta los principios de la ‘Sharing Economy’; es decir que su difusión podría llevar a la creación de otras ideas económicamente sostenibles.
Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
García recomienda iniciativas similares en espacios comunitarios como aquellos contiguos a una quebrada (es el caso de Kikinta), o en áreas protegidas, por ejemplo. “Es ideal para lugares frágiles porque es reversible y tiene bajo impacto”. Es de fácil traslado, al ser un sistema modular. Incluso, según el clima se puede variar el recubrimiento.
El policarbonato es un material que se puede usar cuando se requiere más luz. Y si hace mucho calor, la arquitecta recomienda aberturas entre las piezas para que circule aire.
Con la construcción del domo se concluyó la primera fase del proyecto. En la segunda se consolidará un vivero de especies endémicas, que varían según la temporada. Esto será a inicios del 2017.
El diseño está a cargo de los estudiantes y profesores de Arquitectura de la U. San Francisco de Quito (USFQ), con apoyo de Cervecería Nacional.
Fuente: elcomercio.com