Prueba Modelo de Lenguaje y Comunicación - Examen Ineval - Ser Bachiller
Fisiología de la risa
¿Hay hombre más ridículo, molesto e insufrible que ese que anda llenando de carcajadas tiendas y casas con motivo de sus propias sutilezas? Pues yo afirmo que, aun cuando tenga alguna malicia intelectual, ese es un tonto, o por lo menos un necio. Querer reír de todo, en todas partes y a cada instante, ¿qué es sino pobreza de espíritu? Los bufones antiguos tenían obligación de hacer reír a sus amos y así andaban de caza de donaires mediante los cuales vivían a mesa y mantel en los palacios. Semejantes empleados habrán sido del gusto de los príncipes bárbaros de la edad media, pero en el día no es aceptable un enano burlón y estrepitoso, y mucho menos cuando sus ingeniosidades no siempre tienen la sal en su punto. Yo aguanto de buena gana el hazte allá de un hombre rostrituerto, primero que el genio viscoso y pegadizo del que no puede saludar sin prorrumpir en una risotada. Lo mismo da que en vez de reírse alto y grueso, se rían entre las barbas ese ji ji quebrado y nudoso con que algunos pícaros nos embarran el alma, como si nos echaran sobre ella hilos de miel empalagosa y dañina. Huid como del zorro de ese viejo barbirrucio y grasiento que se empieza a reír pausadito y cortado desde que os descubre a una calle de distancia; se ríe al ver un conocido, se ríe al saludarle, al preguntar por la salud, por la familia. Le responden que está bien, se ríe; que está mal, se ríe: envía memorias, y se ríe; se va, y se ríe. Algo se había de olvidar, allí vuelve; no se había reído todo. Si su infeliz interlocutor, su víctima, no alarga el paso y tuerce la esquina, le llamará otra vez, para reírse de adición; mientras el cielo le dé barbas, no le ha de faltar una posdata. Me parece que si se las arrancaran de cuajo, dejara de reírse, porque esos ji ji vivarachos y espeluznantes que salen como lagartijas de su boca, necesitan una maleza por donde retozar y esconderse. Le piden un servicio, lo niega riendo; le hacen un favor, lo recibe riendo, y riendo murmura del que se lo acaba de hacer. La risa es el cuchillo con que asesina al ausente, el falso juramento con que engaña al presente. Ancha su cara como la rodela de don Quijote, aborrascadas y cenicientas sus barbas como las de Hudibrás, se ríe hasta con esos ojillos de color celeste. Y cuando habla de queja, cuando rememora la ingratitud de sus favorecidos, los bienes que ha hecho a sus semejantes sin que su propia mano izquierda lo supiese, entonces llora; pero como el llorar de una manera absoluta sería perder tiempo de reírse, llora con el un ojo y con el otro se ríe, como el personaje de Labruyére. La risa no se alberga sola en el laberinto de sus barbas; duerme en la misma cama con la mentira y la difamación, y juntas se levantan muy temprano, para acostarse muy tarde entre las mil sabandijas que pululan en ese chaparro de brujas. Si este viejo se riera alto, grueso, furibundo, como ese otro enano, yo todo lo perdonara, ¡todo! Pero ese reído de culebra, anguloso, quebrado, añudado como un quipo; ese trotecito impertinente e interminable de la boca con el cual se va camino del mal del prójimo, eso no hay quien le sufra. A menos que el reír agudo se encuentre con el reír gordo y pringoso: éstos sí que se comprenden y complacen de hallarse juntos, para reírse, el uno como violín, el otro como violón; el chiquito, como se riera un elefante; el grande, como se riera un caballo de ajedrez, trocando los frenos en el reír, conformes en el mentir y el difamar.
La risa con fundamento, que sirve de sentencia filosófica; la risa de Demócrito, esa es otra cosa. Unos sabios vierten lágrimas en contemplación de las miserias humanas, otros se ríen de ellas; no sé cuales tengan razón; unos y otros tal vez; porque hay miserias ridículas, y miserias lastimosas. La risa y el llanto son hermanos gemelos, caminan a distancia de un paso y, como Cástor y Pólux, viven a días; mientras alienta el uno, muere el otro, y así se van sucediendo en alternación amistosa a lo largo de los siglos.
Fragmento Juan Montalvo (ecuatoriano).
 
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